Está lloviendo. El suelo de piedra está helado y el aíre es frío, pero lo agradezco. Estoy sentada en uno de esos rincones de esta ciudad que he decidido apropiarme; esos en los que me siento en casa. Me gusta venir aquí a escribir. El olor de la piedra mojada me ayuda a pensar con claridad.
Recuerdo, aunque algo borrosa, la sensación que tuve la primera vez que estuve aquí. Ojalá pudieran congelarse esas sensaciones. Ojalá pudiera venir a mi rincón de nuevo por primera vez…
27052011
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